VIII Juegos Olímpicos Paris 1924
Para elegir la sede de los VIII Juegos Olímpicos de la era moderna, se postularon las ciudades de de Ámsterdam, Berlín, Los Ángeles, Río de Janeiro, Roma y París, siendo esta última la elegida.
Fueron los últimos Juegos Olímpicos liderados por Pierre de Coubertin y se jugaron entre el 4 de mayo y el 27 de julio.
La participación fue bastante interesante, siendo a más de tres mil atletas, 2.956 hombres y 136 mujeres y se utilizaría por primera vez se usó el eslogan Olímpico Citius, Altius, Fortius (Más rápido, más alto, más fuerte) y logos para las competiciones.
Los Finlandeses Voladores dominaron las pruebas de larga distancia. Paavo Nurmi ganó las carreras de los 1.500 m y 5.000 m, realizadas con una hora de diferencia, y el cross-country, realizado con altísimas temperaturas.
La Fiesta Olímpica
Ville Ritola ganó la carrera de los 10.000 m y la de 3.000 m con obstáculos, y llegó tras Nurmi en las competencias de los 5.000 m y el cross-country. Albin Stenroos ganó la maratón, mientras el equipo de Finlandia (con Nurmi y Ritola) salió victorioso en la carrera de postas.

En estos juegos también comenzaría una leyenda, la cual se desarrollaría en el mundo del cine. Se trata del austro-estadounidense Johnny Weissmüller, famoso por su rol de Tarzán, ganó tres medallas de oro y una de bronce en waterpolo.
El equipo olímpico de los Estados Unidos se mostraría sumamente superior a sus contendientes. Con una cosecha final de 99 medallas, de las cuales 45 fueron de oro, los norteamericanos mantendrían la hegemonia en los Juegos Olímpicos.
Para los aficionados al futbol, estos serían los juegos que cambiarían la historia.
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Futbol Olímpico París 1924
En la historia del fútbol, pocos eventos han tenido un impacto tan decisivo y narrativo como el torneo de los Juegos Olímpicos de París 1924.
En un momento en que el fútbol ganaba popularidad masiva, este certamen se convirtió en la primera gran plataforma internacional organizada por la FIFA, atrayendo a una cantidad sin precedentes de participantes.
Con 22 equipos inscritos, el torneo reflejó la creciente pasión por este deporte a nivel mundial.
Entre los participantes, destacaron dos selecciones que cruzaban el Atlántico para su primera presentación en una cita olímpica: Estados Unidos y Uruguay.
Para los espectadores europeos, acostumbrados a un estilo de juego más metódico y físico, estos equipos americanos eran una verdadera incógnita.
La curiosidad se centraba, en particular, en el representativo de Uruguay, un país pequeño y lejano que venía precedido de una fama considerable: ser el “imbatible campeón de América del Sur”.
Nadie sabía exactamente qué esperar de ellos, y esa falta de conocimiento sería una de sus mayores armas.
La gran cantidad de competidores inscritos obligó a organizar una fase preliminar de eliminación directa, lo que significaba que cada partido era una final.
Para los aficionados, esto se tradujo en la oportunidad de ver a los uruguayos en acción desde el primer momento, enfrentándose a un rival de buen nivel que había ganado el Campeonato de los Balcanes: Yugoslavia.
Pero lo que sucedió antes del pitido inicial de este partido inaugural se ha convertido en una de las anécdotas más fascinantes y legendarias en la historia del fútbol.

La Estrategia del Desastre: Engañando al “Espía” Yugoslavo
El entrenador de Yugoslavia, intrigado y cauteloso ante un rival totalmente desconocido, decidió enviar a uno de sus asistentes para observar el entrenamiento de los uruguayos.
Era una práctica común, una forma de obtener una ventaja táctica y estudiar el estilo de juego del oponente.
Sin embargo, lo que los yugoslavos no sabían era que se enfrentarían a un equipo tan astuto fuera de la cancha como talentoso dentro de ella.
Apenas se percataron de la presencia del “espía” rival en el campo de entrenamiento, el cuerpo técnico uruguayo, liderado por el legendario Ernesto Figoli, ideó un plan brillante.
En lugar de mostrar su talento y juego virtuoso, los jugadores uruguayos comenzaron a cometer, de manera deliberada, todos los errores imaginables. Fallaban pases sencillos, eludían los remates al arco, se tropezaban con el balón, y en general, mostraban una actuación que rozaba lo patético.
Fue un verdadero “teatro del desastre” diseñado para engañar al oponente.
El informe que el asistente yugoslavo llevó de regreso a su entrenador fue categórico y, para ellos, tranquilizador.
Describió a los uruguayos como un grupo de “pobres muchachos que vinieron de tan lejos” y que no tenían idea de lo que era el fútbol.
Con base en este reporte, los yugoslavos pensaron que ganarían fácilmente y que el partido de inauguración sería poco más que un trámite. Nada más lejos de la realidad.

La Explosión de Talento y el Nacimiento de una Leyenda
El 26 de mayo de 1924, en el Stade Olympique Yves-du-Manoir en Colombes, se jugó el primer partido de Uruguay en el torneo.
La expectativa era baja; de hecho, la ceremonia previa al partido estuvo marcada por errores: la bandera de Uruguay fue izada al revés y, en lugar del himno nacional, se tocó una marcha brasileña.
Estos detalles, sin embargo, solo sirvieron para avivar la llama de los “charrúas”.
Cuando el árbitro dio el pitido inicial, los yugoslavos, confiados por el informe de su espía, se encontraron con un equipo totalmente diferente al que habían visto en el entrenamiento.
Los “muchachitos” de Uruguay eran, en realidad, maestros del balón.
Con una técnica exquisita, pases precisos, un juego colectivo elegante y una garra inigualable, la “Celeste” dio una verdadera cátedra de fútbol. La sorpresa en las gradas y en el banquillo yugoslavo fue mayúscula.
El partido se convirtió en un festival de goles uruguayos. José Vidal, Héctor Scarone, Pedro Petrone, Ángel Romano y Pedro Cea anotaron en una exhibición de poderío ofensivo.
El resultado final fue un contundente 7-0 a favor de Uruguay. Aquella goleada no solo fue un aviso para los demás equipos europeos, sino que también fue un momento fundacional en la historia del fútbol moderno.
Era la primera vez que Europa veía el “fútbol sudamericano” en todo su esplendor, un estilo de juego creativo, técnico y audaz que cambiaría para siempre la percepción del deporte.
El impacto del partido fue tan grande que no solo marcó el inicio del camino al oro olímpico para Uruguay, sino que también tuvo un efecto duradero en la cultura del fútbol.
El juego uruguayo fue descrito por los cronistas de la época con adjetivos como “elegancia, finura, agilidad y belleza”. Después de ese triunfo, el equipo de Uruguay se consolidó como una fuerza imparable.
Derrotaron a equipos como Estados Unidos (3-0), Francia (5-1), y en una reñida semifinal, a Países Bajos (2-1), demostrando que no eran un “golpe de suerte”. Finalmente, en la gran final, vencieron a Suiza (3-0) para coronarse campeones olímpicos.
El Legado de los Campeones: Mucho Más que una Medalla de Oro
El triunfo de Uruguay en los Juegos Olímpicos de 1924 hizo mucho más que darle una medalla de oro a la nación sudamericana.
Fue la demostración palpable de que el fútbol no era propiedad exclusiva de Europa.
Este éxito fue tan resonante que la FIFA reconoció a este equipo como el primer Campeón del Mundo, un título que se ratificó con el triunfo en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928 y, finalmente, en la Copa del Mundo de 1930, celebrada en su propio país.
Este trío de victorias marcó el inicio de la “era dorada” del fútbol uruguayo y los estableció como una de las primeras grandes potencias del deporte.

Resultados del Torneo París 1924
| Ronda preliminar | ||||
| Italia | 1 – 0 | España | ||
| Turquía | 2 – 5 | Checoslovaquia | ||
| Suiza | 9 – 0 | Lituania | ||
| Estados Unidos | 1 – 0 | Estonia | ||
| Yugoslavia | 0 – 7 | Uruguay | ||
| Hungría | 5 – 0 | Polonia | ||
| Una vez definidos los 16 equipos para la siguiente ronda, se sortearon los rivales y para estas alturas ya nadie deseaba enfrentar a Uruguay, cuyo futbol elegante y efectivo comenzaba a causar terror entre sus rivales. | ||||
| Octavos de final | ||||
| Holanda | 6 – 0 | Rumania | ||
| Francia | 7 – 0 | Letonia | ||
| Bulgaria | 0 – 1 | Irlanda | ||
| Suiza | 1 – 1 | Checoslovaquia | ||
| Suiza | 1 – 0 | Checoslovaquia | desempate | |
| Italia | 2 – 0 | Luxemburgo | ||
| Suecia | 8 – 1 | Bélgica | ||
| Egipto | 3 – 0 | Hungría | ||
| Uruguay | 3 – 0 | Estados Unidos | ||
| Cuartos de final | ||||
| Francia | 1 – 5 | Uruguay | ||
| Suecia | 5 – 0 | Egipto | ||
| Suiza | 2 – 1 | Italia | ||
| Holanda | 2 – 1 | Irlanda | ||
| Semifinales | ||||
| Suiza | 2 – 1 | Suecia | ||
| Holanda | 1 – 2 | Uruguay | ||
| Tercer puesto | ||||
| Holanda | 1 – 1 | Suecia | ||
| Holanda | 1 – 3 | Suecia | desempate | |
| Final | ||||
| Suiza | 0 – 3 | Uruguay | ||
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